Mi entrada en el mundo literario

Por B.N.

“Sin palabras sólo existiría desesperanza y desconcierto…”

Comencé a interesarme por la literatura cuando mi afición se convirtió en leer libros, mis ojos pasaron desde libros como “Moby Dick” o autores como “Charles Dickens” hasta autores y libros contemporáneos como “La sombra del viento” o “Angie Sage”. No me atrae ningún libro en particular, ni tampoco tengo preferencias por libros u autores afamados. Acepto cualquier trama mientras que mantenga un atractivo que inste a continuar leyendo.

Pero, como a muchos, un día me llegó “el hambre de la escritura” deseé como nunca escribir una trama bien elaborada y planificada, no muy extensa pero perfecta, en el sentido de que fuera un libro simple, práctico e impoluto de cualquier errata en su desarrollo. Con una historia que más de uno adorara y anhelara vivir en sus carnes.

Por supuesto todo esto que pedía lo tenía que dar yo. Y con mi primer libro estoy seguro de que nunca conseguiré un nivel de expresión e impresión en los lectores como el que ofrece Carlos R. Zafón, J.K. Rowling, Christopher Paolini, Laura Gallego, Daniel De Foe, Anónimos o escritores asiáticos como Gao Xingjian o Yasunari Kawabata, etc. Me podría llevar así hasta la eternidad.

A pesar de esto no pensaba rendirme, comenzaría mañana mismo, sin retraso, mientras que unos hilos empezaban a unirse en mi mente y un nuevo mundo surgía de la nada.

Sentía cierta debilidad y curiosidad por las máquinas de escribir, donde quería abordar mi novela, aunque lo más factible es un procesador de textos como lo es el Word. Así que usé el ordenador, tal y como hace la mayoría.

Empecé escribiendo un borrador donde definiría cada pequeñísimo aspecto del carácter de los personajes que quería crear, captar su esencia en un papel donde los personajes aún permanecían inhumanos.

Elaboré un planteamiento y un desenlace. El nudo se iba creando en otro borrador a parte, con palabras, momentos, lugares y sucesos que quería introducir. Tuve que cambiar el desenlace incontables veces, e incluso pequeños detalles del planteamiento para poder introducir más y más en el nudo y desenlace.

Ambiciaba hacerlo todo de forma que quedara un trabajo impecable, digno de cualquier autor reconocido por sus hazañas literarias. Jamás pensaba publicarlo, únicamente lo querría como obra personal. Logro o mérito, mejor dicho.

Desde pequeño, ya con cinco o seis años, mis mayores me idolatraban y alardeaban a los demás por mi agudeza intelectual. Al tener un mayor uso de la razón decidí por mi mismo que eran personas arrogantes, pensado de forma fría. Aunque les quería, esos pensamientos rondaban una y otra vez por mi cabeza, como un tormento o protección que evitaría que yo llegase algún día a ser como ellos.

Ahora cuento con 15 años y sigo pensando igual.

Retomando lo que decía… Hice todo lo posible por no olvidar ningún detalle, por insignificante que fuera, para crear una historia creíble (iba a ser un logro personal, lo cual no excluía la opción de prestárselo a una segunda persona para que lo leyera).

Al terminar los borradores me puse frente al ordenador, acaricié las teclas con mis dedos, pensando que sólo en esas 27 letras y en esos 35 signos existían infinidad de posibilidades y vivían palabras que podían despertar sentimientos en alguien; capaces de revelar secretos; de aclamar ocultas verdades tras expresiones y metáforas;... De esas pocas letras y signos han nacido ya muchos mundos y momentos a lo largo del tiempo… Ahora surgirá el mío, lo crearé, le daré forma y haré de él un refugio de éste, una morada donde dejar descansar el alma…
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