Ricardo Hernández Megías: nacimiento de una amistad


Conozco a Ricardo Hernández Megías desde hace menos tiempo del que yo quisiera: fue al llegar a la ASOCIACIÓN CULTURAL DE BETURIA EDICIONES, aunque comenzaríamos a tratarnos en el verano 2017, vía correo electrónico: Me iban a publicar Inventario de silencio en dicha asociación y era necesario iniciar las pertinentes correcciones. Iniciamos pues, nuestra querencia, con los sucesivos envíos, intercambiamos lecturas de todo tipo, incluido algunas cosas suyas, tales como su último libro, unos poemas y una colección de narraciones que, por entonces, se hallaban inéditas.

Su libro me lo pasó Jacinto –un compañero nuestro–, el que lleva por título: Viejas y olvidadas historias de mi pueblo. Con sumo gusto me dispuse a leer lo que me había enviado; luego, entre correos electrónicos y sucesivas lecturas, fui descubriendo su calado literario y humano. Confieso que, por un tiempo, me llenaron de añoranza unos escritos que evocaban las costumbres típicas extremeñas, en concreto las de un pueblo, Santa Marta de los Barros (Badajoz), donde vivió de niño con sus padres y hermanos, pues Ricardo nació en 1948, y ocupó el segundo lugar de nacimiento de los cuatro.

Resumiendo: Viejas y olvidadas historias de mi pueblo, de Beturia Ediciones (2017), de manera general recupera gran parte de esa memoria de infancia, acaecida en su tierra natal. Cuenta con 189 páginas, en las que se recogen doce vivencias noveladas, con prólogo Juan Felipe Pérez Turrión, seguida de una justificación realizada por el propio autor.

Comienza y termina este libro con el tema de la muerte. Hay otro dato bien curioso, y es que, en ambas historias, se cobra un intenso lirismo en momentos puntuales debido a la crudeza narrativa que emiten ciertas imágenes. La primera de ellas, Muerte de un hombre, cuenta de forma sobrecogedora el fallecimiento de su padre... cuando Ricardo tenía siete años de edad; el que, junto a su familia, tuvo que abandonar el pueblo para marcharse a la ciudad. La última de las historias, La muerte de la cigüeña, es un tema didáctico y moralista.

En cuanto al surtido de cuentos cortos que Ricardo me envió por correo electrónico, antes de su publicación, prosigue de igual modo con el anterior lirismo narrativo, sin renunciar a las recopilaciones costumbristas. En este trabajo me hizo reflexionar si, en cierta forma, no había coqueteado con la poética...” Entonces fue cuando él me envió una colección de poemas de carácter intimita: Los tenía bien guardados, dado que es pudoroso y me confesó encontrase más cómodo en el relato o el cuento.

Avanzaba el caluro verano 2017, mientras se proseguía con las pertinentes correcciones de mi libro, para enviarlas a la Editorial Beturia; luego continuábamos con nuestros correos electrónicos, y en ellos hablábamos de que, ambos, conocíamos lo que era vivir en la Ciudad de Badajoz: Hernández Megías pasaría a darme algunas pinceladas pacenses que aún lleva prendida en la memoria. Entre los diferentes asuntos recibidos (correos, lectura del libro, envíos de los trabajos y poemas) vislumbré a un gran conocedor del mundo literario, dentro y fuera de la frontera extremeña (...); por añadidura, también descubrí que era una suerte tenerlo como amigo: Hombre dispuesto, sensible, espiritual, de buen gusto; amante de unos libros concretos, los que iría atesorando con años de ardua entrega y constante preparación.

Ricardo comienza con los estudios de Formación Profesional mediante una beca del Ministerio de Educación, (inicia la carrera en Badajoz, pasa a Sevilla y termina en la escuela de Ingenieros de ICAI, Madrid); es también Graduado Social y Técnico Superior de Artes Gráficas (Madrid) y “Socio Fundador de la Unión de Bibliófilos Extremeños (...), así como colaborador en la formación de la Gran Biblioteca de Extremadura”. Desde 2004 a 2013 ha sido Presidente de la Federación de Asociaciones Extremeñas en la Comunidad de Madrid (FAECAM). Desde 2012 es Vocal del Consejo de Comunidades Extremeñas en el Exterior, Zona Centro”.

Hernández Megías llevaba poco tiempo en la presidencia de la Asociación Cultural Beturia, desde 2017; anteriormente ocupó el cargo Jacinto Gil Sierra (escritor, Doctor Ingeniero Agrónomo), y el antecesor de ambos fue José Iglesias (poeta, escritor, Divulgador Cultural). Todos ellos grandes valedores del mundo de las letras; no obstante, Ricardo es uno de los que más he tratado: puedo hablar largo y tendido, y todo serían halagos de este innato trabajador, enfangado hasta la médula con la cultura <>, es como lo define Don Manuel Pecellín en uno de sus artículos en HOY “Titirimundi" (2011).

Si buceas en el circulo de la literatura extremeña, descubrirás a compañeros como Ricardo que, al estar fuera de sus orígenes, percibe esa añoranza con cierta intensidad, en medio del claroscuro de su infancia, en el que tuvo que dejar sus raíces para trasladarse a un lugar distinto, donde nada se le parecía, e iniciar un nuevo rumbo hasta devolvernos al hombre docto, con numerosas compilaciones y libros ya publicados, entre ellos: “Escritores extremeños en los cementerios de España, tomos I, II y III.- (2004 y 2012) Luis Álvarez Lencero… desde la memoria (Estudio Bio- bibliográfico). En prensa Mi reencuentro con la obra de Luis Álvarez Lencero. 2009 Poetas de la Extremadura exterior. 2010Titirimundi sentimental. 2010 Vida, obras y muerte escabrosa de D. Matías Vinuesa. En prensa. Epistolario de Rodríguez-Moñino. 2011. Barajas, cien años de historia a través de la fotografía (...)”

El mes de julio, concretamente el sábado 14 a la 8 de la tarde, en el Centro cultural Diego Jesús Jiménez, se presentó Priego, una recuperación histórica a través de la fotografía, por Ricardo Hernández Megías y Arturo CulMay; información que me pasó Ricardo: “Presentamos mi último libro en Priego (Cuenca), con la presentación estelar del Presidente de la Diputación Provincial de Cuenca y del Catedrático de la UNED de la Universidad de Cuenca”.

Para finalizar me sigue diciendo: “No quiero despedirme de ti sin agradecer que te acuerdes de este pobre trasterrado que echa de menos a su tierra pacense”. Así de hermosa es la voz de Hernández Megías; un ser humano herido en el pasado; “Extremeño Ilustre", antólogo y compilador en el presente; hombre cuajado de futuros proyectos y uno de los abanderados extremeños más interesantes que tenemos afincado en Madrid –y me dejo mil cosas en el tintero–, pues conozco bien a Ricardo Hernández Megías, aunque haga menos tiempo del que yo quisiera.

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