Populismo, feminismo: la lucha por el poder


Habitualmente escuchamos en los medios de comunicación el término populismo; no obstante, esta palabra concreta parece ser que se encuentra en constante proceso de relexicalización, entre otras muchas. En 2014, populismo, significaba una ‘tendencia política que pretende atraerse a las clases populares’; en actualidad ha pasado a significar la “forma de hacer política caracterizada, al margen de la ideología que la sustente ”.

Muchos de estos términos, entre ellos, populismo, se ajustan a una sociedad cambiante; aparecen palabras de moda, e incluso formas de vida. Igual ocurre con el término feminismo. En nuestra época, gran parte de la sociedad se proclama feminista, aunque "el feminismo es un movimiento social y político que se inicia formalmente a finales del siglo XVIII", sin adoptar todavía esta expresión concreta. Llegado el siglo XXI, se recurre como mero artilugio político para suscitar a la masa y asegurar unos intereses creados.

Llegado el momento, ambas expresiones, se combinaron para dar paso al populismo feminista de nuestros días: “La lucha feminista no es una cuestión de hombres contra mujeres, sino que se trata de una lucha contra una cultura de poder que también la puede ejercer una mujer que ocupe altos cargos públicos (...)" – explica la Dra. Brugo Marcó, abogada laboralista en Argentina.

En cierto modo es el combate que se libra con el fin fe adquirir unos derechos concretos; en algunos casos es un intento de desmantelar otros estamentos mayores. Esta lucha por el poder ha venido ocurriendo desde siempre. El hombre en actualidad tiene su sistema: el lenguaje, uno de los medios más efectivos que tiene –incluido, el juego verbal del desprestigio– para aspirar al poder.

El ejemplo lo tenemos en una novela histórica, bajo el título numérico: 1369, de Juan Rey, premio XX Premio de Novela Ciudad de Badajoz (2017). Habla sobre Pedro I de Castilla llamado "el Cruel", por unos, o “el justiciero”, por otros; no obstante, cada vez que leamos este género, es aconsejable tener en cuenta la influencia moral, política, etc., que el autor ha ejercido sobre la época o los personajes desarrollados. No olvidemos que, en el caso concreto del citado monarca, gran parte de su mala fama se debe al Romancero: "Por los campos de Jerez / a caza va el rey Don Pedro..."

Se sabe también que dicha imagen se ha ido modificando con el paso del tiempo: Comenzaron sus sucesores, le siguió la reina Isabel la Católica, para llegar a Francisco de Castilla, descendiente de Pedro I, que fue el que "escribió en 1517 un poema sobre la vida de dicho monarca. Posteriormente, el rey Felipe II ordenó que se le calificara de Justo".

​ En política es primordial proyectar una buena imagen: hoy se labra –gran parte– en los distintos medios de comunicación; y aquí echamos mano al populismo, al feminismo, al populismo feminista; en algunas circunstancias lo enlazamos con el juego del desprestigio para obtener el poder; no obstante, tales conceptos no son malos ni buenos, dependen del uso que se les dé.

Todo hombre que persigue el poder le preocupa su imagen, tanto sea real como ficticia; la diferencia de la ficticia es que es un globo inflado que amenaza con explotar en la cara del impostor por su mal sostener. Cuando el populismo se ejerce de manera perniciosa, intimida, pone nervioso a la persona, al sistema... es, entonces, cuando surge la reacción en diferentes campos: el acoso y derribo están garantizados si no se tiene un férreo argumento que desmienta dicha impostura.

Dentro de décadas veremos, este hoy, desvelarse ante nuestros ojos como historia, de una manera más nítida; no obstante, siempre habrá ese doble, triple... juego en el pensamiento de los españoles: positivo o negativo, Justo o Cruel, derecha o izquierda, según las vivencias de cada uno, la época que le haya tocado vivir y el interés que haya habido al medio.

Conocemos ambiciosos que han vendido o pasado información... pues de igual modo ocurría en la época de Pedro I de Castilla, en guerra con sus parientes por la corona. El tiempo presente nos devuelve la mirada de antaño para decirnos que las pasiones del hombre se siguen repitiendo: el amor, el odio, la ambición etc., no obstante, es el lenguaje el que está en constante proceso de relexicalización, y puede que nos hayamos despistado, hasta haber pensado que en la historia no se ha dado dicha circunstancia.

De alguna manera, el populismo, el feminismo, etc., es el pulso de la masa que se decanta por un bando o por otro: hilos que manejan sus representantes. Hace años asistí al Ateneo de Badajoz a la presentación de El amor es de izquierda de Enriqueta de la Cruz, una escritora que mostró cierta antipatía hacia la iglesia. Recuerdo que a la salida de dicha presentación fuimos todos a tomar una copa... En el transcurso de la noche le pregunté a la escritora que me respondiese con total sinceridad el porqué de esa aversión; recuerdo perfectamente lo que, al oído, me dijo: “tiene mucho poder”.

El hombre está en constante pugna (social, política, religiosa... etc.) y aquí es donde entra en juego el populismo, el feminismo, el electoralismo, la demagogia, etc., en algunos casos va unido al juego verbal del desprestigio: la lucha por el poder.

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