Lo que quiero en 2018


Empezamos ya nuevo año con un guarismo más bonito que el anterior. 2017 sonaba mal y escrito creo que era aun peor. 2018 ya como que mola más y si algo te gusta al principio, puede que te acabe gustando del todo.
Muchos hacemos propósitos, proyectos, deseos o sueños en estas fechas de años nuevos, como si el cambio de calendario ayudara algo. Todo está en la mente y en la determinación de cada uno, desde luego. Si queremos algo de verdad, lo podemos empezar perfectamente un 13 de junio, por ejemplo. El tema es que ahora, como que es el momento más redondo para estas cosas.
Yo no voy a pedir eso tan típico que se pide ahora: dejar de fumar (lo dejé hace muchos años, así como 30 y soy un furibundo antitabaco) o ir al gym (ya voy aunque tampoco me mato en él) o aprender inglés (lo hablo perfectamente, de hecho acabé Filología inglesa). Encima hablo también francés gracias a mi estancia de 3 años en París. Por ahí, no voy mal.

Lo que realmente quiero para 2018 no depende de mí y solo puedo desear que pase. Lo que sí puedo hacer son modestas contribuciones, como estar escribiendo este articulito.

Me gustaría por ejemplo, vivir en un país, en una España sin complejos, sin avergonzarse de su pasado y que creyera en su futuro. Así, del tirón. Si fuera así, no tendríamos a unos partidos nacionalistas incrustados en el Congreso con sus chantajes diarios. Tendríamos una ley que les impidiera presentarse a unas generales por el simple hecho de que no se presentan en todo el estado. Pero no, no hay esa ley.

Me gustaría que no se consintiera la difamación continua, las amenazadas, el racismo supremacista de la casta catalufa con que nos asolan a diario. Los complejos de españos son precisamente lo que permiten toda esta catarata de descalificaciones de cualquiera de estos personajillos, ya sea Mas, Rufián, Puigdemont, Rahola o la madre que los parió. Me gustaría que hubiera un proyecto de tipo “ilusionante” de nación española que arrastre a los personajillos y les acalle para siempre. Aunque ahí, me temo que nos topamos con el hueso más duro. Que no lo hay o si asoma por algún sitio, desaparece como el vaho en un cristal. Y no hay tal cosa por el complejo que tenemos. Nos hemos creído la leyenda negra, amplificamos las derrotas o los fracasos colectivos e ignoramos hasta conscientemente los éxitos y las victorias. ¿Cuántos conocen realmente en España a Blas de Lezo, o a Elcano, o la batalla de Empel o la de Pavía o la de las Navas de Tolosa?

Seguramente esto pasa en gran medida porque no tenemos grandes empresas, de esas de bandera, que estén en 156 países como tienen en Francia, en Inglaterra, en Japón, en Alemania, de Italia o Estados Unidos. No. En España hay básicamente medianas y pequeñas empresas que no se conocen. Y de las grandes, ¿quién se puede sentir orgulloso o muy identificado con Repsol o Telefónica como un francés con Yves Saint Laurent, un italiano con sus Ferraris o Nutellas, un japonés con Honda o Toshiba o un americano con tantas y tantas empresas? Muy al contrario, si algo español triunfa se alude a la casualidad y no al esfuerzo pero que algo por ahí salga mal… ya hablamos de la “chapuza española” al momento, como si por ahí no las hubiera.

Me seguirían gustando muchas cosas pero necesitaría 23 artículos en este plan. Podría resumir, eso sí, en que no tuviéramos las cadenas de televisión tan asquerosamente antiespañolas que nos ridiculizan a diario y que hacen el juego al personajillo catalufo.
Que a los évoles, guayomins, ferreras, anaspastores etc. (sí, en minúsculas) no se les conociera mucho más allá de sus barrios, por ej. Pero claro, esto sale y triunfa por algo: porque el terreno está muy bien abonado y encima no hay otros terrenos bien abonados donde se cultive se cultive otro producto totalmente diferente.

Feliz 2018 a todos y que al menos, algo de lo que gustaría se vaya cumpliendo aunque fuera un poquito.

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