El Ladrón de sueños


Cuenta la leyenda que cuando los dioses crearon los animales, con los desechos o recortes, nació el Baku, una criatura con la cabeza, colmillos y trompa de elefante, garras de tigre y cola de buey. A esta criatura monstruosa, para compensar su aspecto aterrador, le dieron el poder de ser un protector, especialmente para los niños, que podían invocarlo en la noche cuando se despertaban aterrados en medio de una pesadilla. Aparecía, se comía sus sueños y así podían dormir plácidamente.
Pero era un ser que había que solicitarlo con moderación, ya que se daba el caso que si se abusaba llamándolo constantemente, también podía devorar sus esperanzas, sus deseos y aspiraciones, dejándolos con una vida vacía.

Para el Baku, cuando esto ocurría era un festín, y prefirió devorar esos «sueños» a las pesadillas, ya que alimentándose de ellos empezó a notar que su fisiología comenzó a mutar acabando con un aspecto humano y pudiendo vivir entre los hombres.

El Baku pasó a ser una leyenda, el ser monstruoso ya no acudía cuando era invocado para devorar pesadillas, sino que solo visitaba a los individuos asustados cuando podía devorar sus más íntimos deseos y aspiraciones.
Ahora prefería mezclarse entre los humanos, pasar inadvertido y observarlos. Había desarrollado un talento especial, podía detectar los sueños e ilusiones, en especial aquellos que estaban desesperados por triunfar, fuera en el campo que fuera: jóvenes empresarios, artistas, escritores, deportistas… esos eran su favoritos. Los seducía con promesas, les decía que confiaran en él, y cuando ya ponían todas sus esperanzas en este charlatán dejando de luchar por sí mismos, entonces devoraba todos sus sueños, sus esperanzas, sus deseos y aspiraciones, dejándolos con una vida vacía.

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