¿Cuándo aprendimos a callar?

Me estoy callando aunque no quiera.
Pero puedo jugar con las palabras…
Sí, si callas otorgas.
En qué momento decidimos no pronunciar lo que el alma clama?
En qué momento decidimos que era mejor el silencio?
Callar es rendirse, es cobardía, es dejarse llevar, es querer prescindir de la libertad y consentir. Dar el mando y sentirse cómodo en la ausencia de responsabilidades, no dejar espacio a los errores que cometerán otros por ti.
Es abrir la puerta a la pérdida del control. Cuando comienzas a callar y consentir estás dejando que una parte de tu ser deje de existir. Una vida cómoda y adaptada pero que no te pertenece.
Callar es regalar tu libertad. Porque la libertad no existe a medias, (o tengo una idea muy exigente) la tienes o no la tienes. Si no te sientes libre, apenas se distinguen las parcelas. Es variable, vuela con las emociones, con las oportunidades, con lo que sueñas cada día o cada instante. Es íntegra y completa, porque ella te hace sentir así, completo.
La libertad, al contrario que la dignidad, te la pueden sustraer, sí la puedes perder y puedes entregarla voluntariamente a cambio de seguridad. Lo hacemos desde niños, unos más que otros y algunos aún no la han recuperado, ni quieren. Aunque creas que no, aunque entres y salgas o disfrutes de tu aparente vida, estudiada y creada para disfrutarla cómodamente, no significa que seas libre.
Consientes, ¡qué palabra más desagradable! ¿Es claudicar? ¿Es dejarse vencer? ¿Es evitar el enfrentamiento? Es preferible acordar… Consentir, permitir, es prescindir aunque se obtenga algo a cambio. ¿A cambio de qué?
A cambio de nada, cualquier resultado solo obtendrá el hecho de ceder una parte que eres tú. Una parte que siempre será imprescindible.
Te comprometes y prometes, puede que sea una renuncia. Lo pienso mejor, lo es. ¿Puede alguien prometerse a sí mismo algo realmente, siempre?
Puedes prometerte no callar, y realmente al hacerlo ya sabes que fallarás en tu promesa.
Y digo esto porque al callar y al prometer, sin percibirlo se ha creado el silencio, un profundo silencio que es difícil de romper por no faltar a la promesa.
Y cómo podéis percibir, me estoy callando (aunque no quiera)
*Y archivo este escrito en “Tengo que decir”

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