Un encuentro extraño

Aquí está el aire en su sitio
y está entero...
Manuel del Cabral
Extraña sensación la contemplación de dos cuerpos desconocidos,
tú, me cuentas tu historia, yo escucho y llueve contra
estos cuerpos desnudos y llueve, pero yo sigo escuchándote.
(Quiero beber la realidad, toda la lluvia que cae).
Deseo regalarte alegres palabras, ternura, agua para ti,
pero tu boca sigue seca de aquel pasado inútil,
aire, aire solo aire que llegue el aire aunque sea invisible.
Entonces aparece mi historia, mi cansancio eterno,
no silenciado, ante un muro imperfecto. Aire, aire solo aire.
(Basta ya de tanto recuerdo que no agoniza ni con amenazas
ni con botellas de ron amargas).
Deseo regalarte, imaginarte verbos, sorprenderte con la memoria
olvidada, confianza tejida de impulsos, pero ni yo me regalo este momento.
Encuentro delimitado por circunstancias lejanas.
Y ni mi mano derecha observa el delirio ebrio
de la triste lluvia que sigue cayendo. Deseaba regalarte tanto,
pero tanto deseo se desvaneció en la última gota desterrada,
promesa que se incendia con besos quemados,
(me lo voy a beber todo, aire, agua, tristeza…)
pero me pides que apague el cigarro y yo me consumo en la ceniza,
afectándome la sonrisa y caigo. Me lo bebo todo.
Un encuentro que no volverá, un encuentro distraído
de métrica asonante. No, no volverá.

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