Inanidad abusiva

Por Antonio Costa Gómez


Desde hace un tiempo Google me pone “Información elaborada con IA”.

Le puse mi artículo literario “París está en el confín de Galicia”, por si ya lo había publicado el periódico de Galicia en el cual colaboro. Y la IA me dice :”París no está en el confín de Galicia, está en Francia y es la capital de Francia”.

Me quedo deslumbrado ante tanto conocimiento. Gracias a la IA también descubriré que el agua moja, que los cuerpos caen, que en el mar hay mucha agua. La IA nos va a dar unos beneficios incalculables.

Y confundirá a los hombres negros con chimpancés y dará una visión chusca e imbécil del español medio.

Otro día pongo en el Google a Correggio, el pintor italiano discípulo de Leonardo da Vinci. Y Google me dice :”Tal vez quisiste decir Colegio”. Estas son las máquinas maravillosas que nos van a ayudar tanto. Con esta amplitud de miras nos van a ayudar tanto.

Encerradas en sus datos y sus reglas rígidas, las máquinas nos van a escamotear el mundo, lo van a sustituir por una parodia miserable.

Otro día pongo mi novela “La lluvia avisa en Compostela”, por si salió alguna reseña más sobre ella. Y me dice : Tal vez quisiste decir: “La lluvia ácida en Compostela”. Pero qué miseria, señores, qué miseria. Tienen sus datos cerrados y sus reglas cerradas y no salen de ahí. Y nos queremos sujetar a ellas.

Y a estas máquinas nos queremos sujetar. Queremos que ellas nos juzguen, que ellas nos elijan. Que actúen en lugar de nosotros.

La Humanidad ha llegado a unos niveles de imbecilidad increíbles. Esto parece ciencia ficción. La humanidad haciéndose el hará kiri y sonriendo contenta. Sustituyendo la infinita riqueza del mundo por un resumen tan pobre y tan contentos.

Pero no, son unos fabricantes que nos quieren hacer imbéciles a todos. Y quieren que compremos sin fin y encima demos gracias. Y los hagamos ricos y encima demos gracias.

Unos tecnólogos que quieren sustituir a las personas por máquinas porque son más baratas y más dóciles. Y quieren que los pocos hombres que queden se comporten como máquinas. Y nos empobrecen la vida mientras ellos disfrutan de todos los matices de la vida. Y somos tan gilipollas que creen que nos salvan. Y vamos a la desaparición sonriendo.

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