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© Pedro Jaén (@profesorjaen) |
Mientras uno ES aquello que lleva dentro (lo que uno o una quiera ser), puede ESTAR en cualquier sitio, PARECIENDO lo que es, o fingiendo ser otra cosa.
Por ejemplo, creo que las personas no deberían SER de un partido político, sino ESTAR en ellos el tiempo necesario para lograr los objetivos que sean (más o menos legítimos). Como ya dije en anterior artículo, un partido es un medio, no un fin.
Volviendo con el ser y estar, la cuestión es que con el tiempo (que nos queda o que tenemos 'libre'), nos damos cuenta de que muchos que ya no están entre nosotros, siguen siendo de alguna forma en nuestro pensamiento. También pasa que algunos que están, no son lo que parecen. Y otros que parecen aquello que son, y luego puede que estén o no.
Cuántas veces -por fortuna o por desgracia, quién sabe- alguien ha dejado de 'ser de alguien' aunque ha seguido estando, pareciendo de esa forma algo que no es. Y al revés: de tanto estar en algún sitio, el exterior ha determinado o forjado el carácter de la persona hasta cambiarlo.
La sensación -de vacío, quizá- que les traigo aquí es la del que espera su vuelo en la terminal del aeropuerto y deja fija la mirada en un punto, luego se entretiene y trata de pensar en las vidas de todos aquellos que van y vienen con sus maletas y aspectos, y luego vuelve al punto fijo, donde todo se desvanece, donde todas esas vidas en apariencia tan diferentes, quizá no lo sean tanto...
Uno ha estado en sitios de donde no es, y quizá sea de sitios donde todavía no ha estado. Qué tontería, ¿verdad?
En fin, discúlpeme el mareo y la retaíla. Y créame si le digo que es más lo que callo que lo que cuento. Está uno en esas. De vuelta de todo.