Women only


En los años 50 se daba en EEUU un fenómeno conocido como segregación. Segregación racial concretamente. Es concepto es simple: se separaba físicamente a determinados individuos de una determinada raza de otros que no eran de esa raza. Se les impedía simple y llanamente, compartir espacios públicos llegando a delimitarlos allá donde pudieran coincidir. Podía ser un cine, un aseo, un colegio, un trasporte público, un parque… cualquier sitio.

Por diferentes motivos históricos que no vienen al caso, los blancos imponían su ley a los negros sin que estos últimos pudieran hacer nada legalmente. Si veían el cartel “Whites only”, ya sabían que no podían acceder a ese lugar en concreto. No fue hasta que Rosa Parks, de raza negra, decidió que ya estaba bien y que había que hacer algo. Se negó a ir a la parte de atrás en el autobús que viajaba cuando se lo requirió el conductor. Ni siquiera se había sentado delante, reservado para los blancos. Iba en la parte central que al llenarse, la ley obligaba a los negros a ceder los asientos a los blancos. Parks se negó a moverse del asiento y fue detenida.

Parks padeció en sus carnes todo el peso de la ley segregacionista pero al final consiguió que todo este sistema racista hasta la médula, fuese dulcificándose y desapareciendo, al menos legalmente.

Ahora mismo en 2018 hay algo que me recuerda a otra segregación pero esta vez, de las llamadas “positivas”. Me refiero a las cosas “solo para mujeres”, cosas que hacen las mujeres pero solo y exclusivamente para ellas. Un fenómeno que va en aumento. Este hecho me resulta especialmente chocante y sin mucha explicación. No veo que haya nada “solo para hombres”, como en los tiempos de la segregación que sí había cosas solo para unos cuantos.

Hace unos días, a 300 metros de mi casa en Gijón, abrió una librería “solo para mujeres”, aunque se aclara que “los hombres son bienvenidos”. La librería en cuestión se llama “La habitación propia” y está regentada por Mónica Iglesias. El tema ha despertado la atención de la prensa local al ser, según cuenta, la quinta librería de España de estas características. Hay ya dos en Madrid, otra en Galicia y otra más en Sevilla.

Iglesias cuenta solo pondrá a la venta obras escritas por mujeres. No sé si también serán “para mujeres”, una especie de “women only”. Completa su declaración de intenciones con la idea de que “solo podía abrir la librería en Gijón y no en Oviedo o Avilés, dado que la ciudad es reivindicativa, progresista, de izquierdas, con un tejido cultural y asociativo muy fuerte. Una ciudad famosa también por su movimiento feminista”. De Oviedo no me cabe duda porque aunque gobiernen ahora las izquierdas, no se quita ese tufillo decimonónico y carca. Lo de Avilés me extraña algo más, máxime cuando la propia librera es avilesina, y la ciudad conserva gran parte de su paisaje industrial y metalúrgico.

Una de las razones que da Iglesias para lanzarse a esta aventura es que un buen día se dio cuenta de “que no era capaz de citar a cuarenta autoras de corrido”… así tal cual. No sé, vamos a ver… ¿pero será por escritoras? En España mismo hay decenas y decenas de escritoras, consagradas y no tanto, que publican y que ganan premios importantes cada año. Centenares si contamos a las ya fallecidas.

No entiendo nada. ¿A ver si estamos en tiempos en los que a la mujer no se le permite publicar en España? Si la escritora es buena, publica, vaya si publica. ¿No ganó el premio Nadal Carmen Laforet nada menos que en el año 1945? ¿A ver si estamos en un país musulmán donde la sharía impide o en el mejor de los casos, entorpece la labor de cualquier mujer? ¿De verdad que hay que reivindicar algo “solo para mujeres”?

Respeto muchísimo a esta emprendedora, que quede claro, y le deseo toda la suerte del mundo. Toda mi admiración al que arriesga su dinero en una empresa en la que cree. Sobre todo, en estos tiempos que corren en los que las tiendas físicas caen como fichas de dominó, derrotadas por la comodidad que te da Amazon por ej., pero vamos, creo que es un reivindicar por reivindicar, es hacer un algo que nos gusta, sin que haya un motivo muy justificado. Como una involución guay y molona, un ir hacia atrás pero reivindicando, que quede también claro.

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