Comentario de texto literario: "Otoño" de Juan Ramón Jiménez

Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.

1. LOCALIZACIÓN

1.1. EL AUTOR.

Poeta español y premio Nobel de Literatura. Nació en Moguer (Huelva), y estudió en la Universidad de Sevilla. Los poemas de Rubén Darío, el miembro más destacado del modernismo en la poesía española, le conmovieron especialmente en su juventud. También sería importante la lectura de los simbolistas franceses, que acentuaron su inclinación hacia la melancolía. En 1900 publicó sus dos primeros libros de textos: Ninfeas y Almas de violeta. Poco después se instalaría en Madrid, haciendo varios viajes a Francia y luego a Estados Unidos, donde se casó con la que ya sería su compañera ejemplar de toda la vida, Zenobia Camprubí. En 1936, al estallar la Guerra Civil española se vio obligado a abandonar España. Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico, fueron sus sucesivos lugares de residencia. Moriría en este último país, donde recibió ya casi moribundo la noticia de la concesión del Premio Nobel.
La obra poética de Juan Ramón Jiménez es muy numerosa, con libros que a lo largo de su vida, en un afán constante de superación, fue repudiando o de los que salvaba algún poema, casi siempre retocado en sus sucesivas selecciones. Las principales son Poesías escogidas (1917), Segunda antología poética (1922), Canción (1936) y Tercera antología (1957). La influencia del modernismo se percibe en sus primeros libros, aunque su mundo poético pronto apunta, como el de Bécquer , hacia lo inefable, con unos poemas hechos a partir de sensaciones refinadas por la espiritualidad, y de sutiles estados líricos, con un lenguaje musical. Pero el arte de Juan Ramón Jiménez se hace independiente de cualquier escuela, aunque el simbolismo, ya totalmente asumido, siga influyendo en su poesía casi hasta el final. Con el paso de los años su estilo se hace cada vez más depurado, siempre en busca de la belleza absoluta, de la poesía y del espíritu que él intenta fundir con su lirismo esencial interior, sin dejar de ser al mismo tiempo metafísico y abstracto, como se aprecia en Baladas de Primavera (1910) o La soledad sonora (1911). Diario de un poeta recién casado (1917), escrito básicamente durante su viaje a Estados Unidos, donde conoció y se casó con Zenobia, es uno de los grandes libros de la poesía española. Contiene ritmos inspirados por el latir del mar, verso libre, prosa, sugerencias humorísticas e irónicas. El libro supone un canto a la mujer, el mundo marino y Estados Unidos. Siguen Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919) y uno de los puntos más altos de su poesía, Estación total, un libro escrito entre 1923 y 1936, aunque no se publique hasta 1946. La identificación del poeta con la belleza, con la plenitud de lo real, con el mundo, es casi absoluta. La palabra aúna abstracción y realidad, y el poeta se convierte en -total- -concepto ya utilizado por Juan Ramón Jiménez-, y que significa -lo universal-. Poeta total, es para él, por tanto, aquel que logra la comunión con el universo, conservando, sin embargo, su voz personal.
Los escritos en prosa que formarían posteriormente la vasta galería Españoles de tres mundos (1942) empezaron a publicarse en diarios y revistas en los años inmediatamente anteriores a su exilio. Otro libro suyo escrito en prosa poética -y al que le debe gran parte de su fama universal- es Platero y yo (1917), donde funde fantasía y realismo en las relaciones de un hombre y su asno. Es el libro español traducido a más lenguas del mundo, junto con Don Quijote de Miguel de Cervantes. Escribió ya en América los Romances de Coral Gables (1948) y Animal de fondo (1949). Con ellos y el poema 'Espacio', Juan Ramón Jiménez alcanza lo que se ha llamado su -tercera plenitud- determinada por el contacto directo con el mar. En Animal de fondo el símbolo lo expresa con un lenguaje próximo a una religiosidad inmanente y panteísta. La poesía antes que palabra es conciencia; inteligencia que permite al poeta nombrar. El tiempo acaba fundiéndose con el espacio. El poeta simbolista y romántico, metafísico después y puro -que configuran al Juan Ramón Jiménez más hondo e intenso-, se revela finalmente como un visionario y metafísico que mantiene una alta tensión poética a partir de iluminaciones nacidas en lo profundo de su sensibilidad.

1.2. LA OBRA Y LA CRONOLOGÍA

La crítica suele dividir su trayectoria poética en tres etapas: sensitiva, intelectual y última o verdadera.
Etapa sensitiva (1898-1915). Ésta primera, está marcada por la influencia de Bécquer, el Simbolismo y el Modernismo. En ella, predominan las descripciones del paisaje como reflejo del alma del poeta, los sentimientos vagos, la melancolía, la música y el color, los recuerdos y ensueños amorosos. Se trata de una poesía emotiva y sentimental donde se trasluce la sensibilidad del poeta a través de una estructura formal perfecta. Pertenecen a esta etapa Rimas (1902), Arias tristes (1903), Jardines lejanos (1904), Elegías (1907), La Soledad Sonora (1911), Pastorales (1911), Laberinto (1913) y Estío (1916), entre otros.
Estío (1916) supone el cambio hacia la segunda etapa de Juan Ramón. El poeta se aleja del Modernismo en busca de una mayor depuración de la palabra. Desaparecen los ambientes nostálgicos, evocados y soñados, en favor de una realidad más concreta.
Su primer viaje a América marca profundamente esta segunda etapa (1916-1936). Se produce un hecho fundamental: el descubrimiento del mar como motivo trascendente. El mar simboliza la vida, la soledad, el gozo, el eterno tiempo presente. Se inicia asimismo una evolución espiritual que lo lleva a buscar la trascendencia. En su deseo de salvarse ante la muerte, se esfuerza por alcanzar la eternidad, y eso sólo puede conseguirlo a través de la belleza y la depuración poética. Suprime, pues, toda la musicalidad, los argumentos poéticos, y la aparatosidad externa y ornamental anterior para adentrarse en lo profundo, en lo bello, en lo puro, en lo esencial.
De esta época destacaremos Diario de un poeta recién casado (1916), Primera antología poética, (1917), Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1917-23) y Belleza (1917-23).
Con Diario de un poeta recién casado (1916), titulado posteriormente (en 1948) Diario de poeta y mar, se inicia esta nueva etapa en la obra de Juan Ramón. Se trata de una poesía sin anécdota, sin los «ropajes del modernismo», una poesía estilizada y depurada, donde el poeta admira todo lo que contempla. Este poemario surge como fruto de su viaje a América. En el Diario, Juan Ramón experimenta con los temas y las formas, y abre una nueva corriente poética, que será explotada por algunos miembros de la Generación del 27.
En Piedra y cielo (1919) el tema central es ya la creación poética: la poesía como actividad, el poema como objeto artístico y el poeta como dios-creador de un universo nuevo. Se abre así una nueva línea temática que Juan Ramón ya no abandonará: la búsqueda de la sublimación poética y la intensificación creativa de una poesía pura, esquemática.
La Estación total (1923-36) recoge los últimos poemas escritos en España. El 22 de agosto de 1936, Juan Ramón marcha al exilio.
Pertenece a la Etapa última o verdadera (1937-1958) todo lo escrito durante su exilio americano. Juan Ramón continúa replegado en sí mismo en busca de la belleza y la perfección. Su ansia por la trascendencia lo lleva a identificarse con Dios. Tras un período de relativo silencio, publica Animal de fondo (1949), Tercera antología poética (1957), En el otro costado (1936-42) y Dios deseado y deseante (1948-49).
En Animal de fondo (1949) el poeta busca a Dios, «sin descanso ni tedio». Pero ese dios no es una divinidad externa al poeta, sino que se halla en él y en su obra («tu esencia está en mí, como mi forma»; «en el mundo que yo por ti y para ti he creado»). Ese dios al que se refiere es causa y fin de la belleza.
Dios deseado y deseante (1948-49) supone la culminación de Animal de fondo. El poeta llega incluso a identificarse con ese dios que tanto ha buscado. Un dios que existe dentro y fuera de él, un dios que es deseado y deseante.

2. ANÁLISIS DEL CONTENIDO

2.1 ARGUMENTO O RESUMEN.

El autor busca una excusa para hablar de sus sentimientos, cosa que hace centrándose en el otoño.

En la primera estrofa describe brevemente cómo es el otoño, cuando se caen las hojas,... y dice que esto le hace dejar de pensar. En el segundo cuarteto nos dice que en este entorno que hay durante el otoño hay paz y armonía. Lo que dice refiriéndose al agua es que es cómo si fuera cristal líquido que moja al viento.

En el primer terceto, nos habla de que ese como si hubieran encantado el paisaje cambiando las verdes colinas en colinas con tono amarillo. Para finalizar con su poema, lo que nos cuenta es que es fácil encontrar la armonía, tranquilidad y felicidad en verano o primavera, pero cuando llega el otoño es como si empeorara el tiempo y lo que hace es mostrarnos la parte más bonita del otoño, en lo que verdaderamente tenemos que fijarnos.

2.2. TEMA.

El tema de este poema es que el autor se centra en destacar las buenas características del otoño, estación que aparentemente nos resulta más triste en comparación con el verano y la primavera.

2.3. ESTRUCTURA DEL CONTENIDO.

El poema es un soneto, compuesto por dos cuartetos y dos tercetos. Su rima coincide con el modelo: ABBA ABBA CDE CDE. Además, la rima es consonante, es decir, que a partir de la última vocal en la que recae el golpe de voz, coinciden todas las letras.

El soneto podríamos dividirlo en dos partes: la primera podrían ser los dos cuartetos y la segunda los dos tercetos.

En los dos cuartetos, el autor se centra en la descripción del otoño en general, de qué ocurre con las hojas, de qué le transmite,…

En cambio, en los dos tercetos, nos muestra más qué podemos destacar del otoño que transmita buenas sensaciones y de cómo nos repercute.

2.4. PERSONAJES, TIEMPO, AMBIENTACIÓN Y PUNTO DE VISTA DEL NARRADOR.

Personajes:
No encontramos personajes en este poema, pues trata del otoño y de una descripción de él y de cómo repercute en el autor.

Tiempo:
El poema se refiere al periodo del otoño, pues todo el poema está hablando de esta estación.

Ambientación:
El poema se ambienta en un lugar que atraviesa el momento del otoño, en el que, como dice el poema, el prado verde cambia de color a amarillo, color típico del otoño.

Narrador:

En el poema no hay un narrador, hay un autor que desemprende la función de describirnos la estación del otoño con lo que nos aporta y cómo es.

3. ANÁLISIS DE LA EXPRESIÓN.

3.1. EL ESTILO.

El autor emplea un lenguaje florido, pues se recrea mucho a la hora de dar adjetivos de la situación en la que se encuentra, de las hojas cómo cambian de color,…
Según el tono, la actitud del autor es seria, pues habla de las características del otoño como algo que le hace mejorar su estado de ánimo y ayudarle a pensar o a olvidarse de lo que le ocurra.
Según la cosmovisión del autor y la concepción que el autor se forje de la realidad, el estilo es estilizado, porque lo que está haciendo el autor durante todo el poema es destacar la cualidades del otoño, ya que también dice algunas veces que el otoño no da a simple vista la misma tranquilidad que podría dar un prado verde en primavera o verano.

3.2. ANÁLISIS DE LA FORMA.

- Plano fónico:
- Rima consonante: porque entre dos o más versos, los fonemas de sus últimas palabras coinciden a partir de la vocal acentuada (por ejemplo: movimiento – pensamiento)
- Aliteración: se repite el sonido en varios versos (por ejemplo: los hojas áureas y los rojas, y en la caída clara de sus hojas)
- Plano morfosintáctico:
- Asíndeton: en la segunda estrofa encontramos “;” y “,” que podrían haberse sustituido por conjunciones.
- Hipérbaton: porque dice que cambio de verde a amarillo (de verano a otoño) es una cárcel (en la tercera estrofa, primer verso).
- Plano semántico:
- Antítesis: porque hay oposiciones de ideas opuestas (por ejemplo: oh prado bello que deshojas tus flores). Teóricamente, si un paisaje pierde las hojas de sus flores, no es bello.
- Personificación: se le atribuyen cualidades o acciones de seres humanos a seres inanimados. (por ejemplo: esparce octubre; cristal estremecido; la vida se desnuda).

4. CONCLUSIÓN

El poema de Juan Ramón Jiménez es algo curioso, pues del otoño, estación que la mayoría de las personas ve como que no es alegre pues se caen las hojas de los árboles, el color verde que alegra cambia a amarillo y marrón,…
Sin embargo, el autor del poema busca las cualidades y características que tiene esta estación y las destaca por encima de todo en el poema.
Me ha llamado la atención, el ver cómo se puede buscar el lado positivo de algunas cosas en las que parece que no lo hay. Y esto es lo que creo que nos quiere enseñar el autor mediante su poema.
En resumidas cuentas, es un poema entretenido pero que te hace pensar y te ayuda en algunos momentos a buscar la parte buena de algunas cosas.

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